domingo, 9 de abril de 2017

Lo último de Orejudo




Antonio Orejudo, Los Cinco y yo; Tusquets Editores, Barcelona, 2017.





Ojalá todas las autoficciones que uno debe leer por razones profesionales fuesen como Los Cinco y yo: más preocupadas por el afuera del autor que por su imagen propia; más centradas en contar que en contarse; llenas de anécdotas e historias inventadas, o reinventadas, más sugerentes que la narración del detalle autobiográfico refrito; repletas de ficción, de humor y de ingenio; preñadas de autocrítica y de una visión nada complaciente ni reconciliatoria de uno mismo; más orientadas a observar y describir las conductas ajenas que las propias; bien escritas y ejecutadas, con solvencia narrativa y no con gestos masturbatorios disfrazados de autocrítica hecha “con escaso derrame seminal”, según el irónico verso de José Ángel Valente. El Toni que protagoniza el relato sólo habla bien de los demás, sobre todo de ese “Rafael Reig” a quien tanto quiere y admira, mientras que al discurrir sobre sí apenas exhibe sus demonios, sus miedos, sus patologías y sus pequeñas miserias y carencias. En algún momento se habla del ego como pequeño dictador, pero Orejudo ha sabido empequeñecerlo, morigerarlo hasta la mínima expresión -en este caso, la de hilo conductor de la trama-. Las historias intercaladas que, al cervantino modo, desarrollan las vidas plausibles de los protagonistas de las novelas de Enid Blyton, resultan imaginativas siempre, verosímiles en unos casos y deliciosamente disparatadas (p. 208) en otros. Los Cinco y yo de Orejudo tiene todo eso y aglutina otras virtudes, como el dominio de los registros y de su sana mezcla, el sometimiento del virtuosismo técnico a las necesidades expresivas de argumento y personajes -característica en un autor cuya aquilatada solvencia narrativa no precisa ya de exhibiciones gratuitas-, y, sobre todo, la felicidad lectora de quien se asoma a este libro y queda prisionero de un festín relator, imaginativo y bienhumorado, dentro de cierto fatalismo senequista que presta a las páginas celebratorias un necesario contrapunto reflexivo: la existencia entendida como una fórmula que no sabemos leer (p. 120). Intento decir que, si bien Los Cinco y yo no está al nivel de las mejores obras de Orejudo -que mejoran cuando el autor se aleja de su entorno personal y universitario y se zambulle en mundos más imaginados que recreados-, se disfruta como lo que es: una fiesta fría, donde los personajes reunidos junto a la tarta de aniversario no pueden contener los tiritones causados por la congelación del tiempo; pero es una cachupinada llena de detalles, escenas y gestos de talento que atestiguan que estamos en manos de uno de nuestros mejores narradores.


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[Relación con el autor: muy cordial. Relación con la editorial: ninguna]

4 comentarios:

Bonifacio Álvarez dijo...


Interesante, me apunto el libro de Orejudo.

Justo ayer leí el primer libro de Los cinco, de Enid Blyton. De vez en cuando leo alguna obra infantil/juvenil que no pude disfrutar en su momento.

Es curiosa la frecura y fluidez de Blyton, supongo que ahí está su éxito (que perdura). Otra cosa es la trama inconsistente y la moralina ad hoc. Lo cual siempre ha sido un gran defecto de ciertos autores para niños.

Saludos.

Vicente Luis Mora dijo...

Yo no creo que vuelva a leer nada de lo que leí de niño (con la excepción de algún clásico), para no romper la imagen -buena, en el caso de los libros de Blyton- que me dieron en su momento. Disfrutarás del libro de Orejudo. Saludos, Bonifacio.

Anónimo dijo...

Sr. Mora, si me permite el off topic, soy suscriptor de su canal de Youtube y lamento que finalmente no se animase a continuar con las videoreseñas en dicho canal. Espero que en algún momento del futuro lo reconsidere.

Sobre esta entrada en relación con lo último de Orejudo, enhorabuena por su diafanidad. Creo que con los años ha mejorado mucho su capacidad para despejar el camino entre sus lectores y usted.

Un saludo y que no se quede nunca, o por lo menos pronto, sin fuerzas para seguir escribiendo aquí.

IAT®

Vicente Luis Mora dijo...

Estimado IAT, no he dejado las videorreseñas, las estoy repensando, sobre todo en la parte técnica. Ojalá fuera menos torpe en esa faceta -o tuviera más tiempo para actualizarme-.

Un cordial saludo y gracias por la visita.